Embeberse con la bebida oficial del catolicismo es algo
exquisito, y después comer un poco de pan (o cuerpo) que tan mal hace, que tan
bien hace, que es el máximo causante de los problemas del cuerpo, que es el más
grande exponente en relación a problemas de pareja. Luego claro, juntar los
pies, porque, qué otra queda? Si no rezar en contrario. Pedir que me trague la
tierra, en vez de que me salgan alas de papel tipo biblia, que como todos saben
hay que tratarlo con tanta delicadeza. Disculpame, señor de turno, a mí me
gusta sentir tierra en las manos y creo que antes de vivir en tu mentira de
eterna felicidad y nubes esponjosas, de cara de luz y belleza infinita, prefiero
que me coman los gusanos, que son reales y pegajosos, como la baba y el moco de
mi propio ser, eso que todos vomitan, que todos tocan con los dedos y besan.
Y claro, también hoy es domingo, día de descanso, mi día
de recriminarte tu descanso. Por qué te fuiste a dormir mientras yo observaba
el jugo y qué tan omnipresente sos que no me viste desear que se me llenen las
flores de líquidos y de ardor y de semillas negras? Ojalá que tengan razón y
que en tu plan te hayas enterrado a vos mismo, y que en tu absoluto hayas
encontrado lo horrible, y que tus caderas no estén listas para parir, y te
extraigan por cesárea y den en adopción al hijo que creaste mientras fumabas y
tomabas todo el alcohol que vos creaste al mostrar con orgullo la vid que tanto
da.