El gran ente no entiende mi necesidad de escuchar el piano
sin recortes, no ve mi ojos vidriados suplicando por la pieza.
El inmenso se
entretiene dando todo a medias.
Él no sabe qué muestra; si al pintor le ardían las manos o
si el quiebre provenía del hielo en sus músculos. Si al músico se le había llenado
la cabeza de larvas o si se le había parado una mariposa en alguna rama de su
pelo.
Solo sacude, vibra, entrecorta, colorea, pixelea. Numerea.
Es como si esperara que te conformes con un par de medias
mientras te sostenes desnudo sobre la nieve.